No sé ni en qué día vivo.
Y como yo, creo que nos pasa a muchos adultos, porque este confinamiento ha alterado todas nuestras rutinas.
Ahora ponte en el lugar de tu hijo. Esta situación ha cambiado también su día a día y ahora parece que todos los días de la semana son iguales.
Las personas medimos el tiempo en días, meses, años, sabemos qué días trabajamos y cuáles descansamos. Pero para un niño es muy difícil. Y ahora más, sin esas rutinas que antes marcaban su día a día (ir al colegio, dos días de descanso, nueva semana…).
¿Cómo les afecta a ellos todo esto?
El tiempo es un concepto abstracto difícil de asimilar para los niños. Necesitan verlo, tocarlo, sentirlo.
Es importante para ellos, además, porque les ayuda a ordenar su mente. Se sienten más tranquilos sabiendo qué va a pasar y cuándo.
No solo eso. Ahora tienen una nueva medida que gestionar. Una hora. Una hora para estar en calle. ¿Qué es una hora?
Los niños viven en el presente y no nos entienden del todo bien cuando les decimos “en media hora”, “tienes 5 minutos para terminar de jugar con eso” o “en 10 minutos nos tenemos que ir para casa”.
¿Cómo podemos ayudarles?
Te pongo un ejemplo:
Versión automática(A):
— “Quedan 5 minutos para que la pizza salga del horno”.
Versión consciente para ayudar a nuestro hijo a entenderlo mejor (B):
— “Cuando la arena de este reloj termine de caer, sacaré la pizza del horno”.
O acatando la nueva normativa: versión A “podemos salir a la calle una hora” o versión B “podemos salir a la calle hasta que suene este temporizador”.
¿Cuál crees que entendería mejor tu hijo?
Voy más allá: a ver si has vivido algún drama en tu casa de este estilo.
- En 15 minutos nos vamos del parque
- No podemos comernos la pizza todavía porque está en el horno
- En media hora empezamos a recoger
- Falta más de un mes para tu cumpleaños
- Hay que cepillarse los dientes mínimo 2 minutos
¿Sigo? 😉
Hay herramientas muy sencillas para que tu hijo pueda comprender todo esto.
Ayudarles a ver cuánto tiempo queda para que acabe una acción hace que este final sea menos brusco.
Con los relojes de arena o un temporizador ven cuánto tiempo queda y así pueden organizar mejor el final de su actividad.
Y créeme, que esto te evitará varios conflictos y pataletas.
Otro material que nos parece muy útil son las tarjetas de rutinas.
Les hacemos partícipes de la organización del día. Y las tarjetas les recuerdan qué actividad sigue a continuación sin necesidad de darles órdenes.
“Lávate las manos” o “¿qué pone en el cuadro de rutinas que hacemos cuando llegamos a casa?”.
La diferencia es abismal. Con una orden, el cuerpo entero te pide rebelarte. Con la pregunta de curiosidad, tienes la atención de tu hijo y has convertido algo que igual no le apetece en un juego.
Pero recuerda: el ritmo de los niños es leeeeento. Si necesitas meterles prisa, esto no va a hacer milagros.
Pero si quieres acompañarles en sus transiciones y ayudarles a comprender un poco mejor el tiempo, sí puede ayudarte mucho.