- ¿Sabías que el movimiento libre es una necesidad básica de los niños y niñas para su desarrollo físico y emocional?
Y es que solemos escuchar mucho eso de: «es que mi hijo no para quieto ni un segundo».
E incluso puede que tú mismo lo hayas dicho en más de una ocasión. ¡Con razón! Porque no para de moverse ni un segundo: se sube al sofá, encima de la mesa o parece que ha pisado el turbo antes de irse a dormir.
Si ponemos el foco en que está expresando necesidades emocionales a través del movimiento y su lenguaje corporal, todo adquiere un nuevo significado.
Comprender el vínculo entre psicomotricidad y emociones te ayudará a tener más herramientas para acompañar con calidez a tu peque
Si lo piensas un segundo en realidad, cada día les pedimos a los peques algo contra natura: que pasen gran parte de su día sentados, en entornos cerrados bien, sea en el aula o en casa, y limitando así su experiencia física del mundo.
Los niños necesitan espacios para jugar, saltar, bailar, trepar o hacer equilibrios que les permiten fortalecer su personalidad y explorar sus emociones.
De hecho, hay patrones que se repiten.
Esquemas que los peques practican una y otra vez y dan pista sobre qué está necesitando, o que reto está afrontando como hito del desarrollo.
Jugar libres y explorar el movimiento
De hecho, lo que puede parecer a simple vista un juego espontáneo —sin un fin—, en realidad es un reto enorme. Un proceso que está en marcha y que nace del placer de experimentar. Pero que surge de un lugar más profundo.
Y el peque lo repite una y otra vez. Y otra más.
En estas actividades de movimiento libre, tu hijo se está mostrando como un libro abierto. Tal y como es en esencia:
- con su capacidad para gestionar la frustración,
- con su tenacidad con la que afronta desafíos,
- o la comprensión de su propio cuerpo.
Así es cómo empieza a mostrar su personalidad y como acompañantes podemos aprender a «leerle».
Solo hay que aprender a mirar.
Durante este proceso de desarrollo del ser humano, encuentra seguridad en la práctica del movimiento.
- Pone a prueba sus límites.
- Descubre el equilibrio y aprende a controlarlo.
- Pone en práctica la perseverancia y la confianza en sí mismo.
- Repite una y otra vez la misma acción para comprender el efecto causa-consecuencia.
Aunque el peque no solo disfruta, sino que va aprendiendo a tomar decisiones.
¿Y si pudieras comprender qué expresa tu peque en sus movimientos?
Vamos a ir un momento a la teoría:
Bernard Aucouturier es el máximo referente sobre psicomotricidad educativa en la infancia.
En sus estudios ha abierto espacios de juego libre para peques, provocando algunas situaciones e identificando esos patrones emoción-movimiento.
Para establecer conclusiones que hoy nos servirán de guía.
Movimiento libre como base del desarrollo emocional
Para llevar a la práctica los aprendizajes sobre psicomotriz de Aucouturier debemos dar libertad y confianza a los niños y niñas.
El primer requisito para que un niño expanda todo su potencial es que se sienta seguro.
Y para eso como acompañantes debemos CONFIAR —en mayúsculas porque sabemos que es más fácil decirlo que ponerlo en práctica— plenamente en la autonomía del niño.
Para que nos entendamos, ¿a quién no se le ha escapado un «bájate de ahí que te vas a matar»? Pues bien, es justo aquí cuando entran en juego nuestras propios límites y emociones, y más debemos confiar en sus capacidades.
- Solo si siente confianza dará rienda suelta al juego espontáneo a partir del movimiento libre.
Convierte tu casa en un parque de juego
Otra realidad que confronta directamente con las necesidad de movimiento en la infancia son la falta de espacios preparados.
En muchas ocasiones, cuando el peque necesita moverse, el espacio no es nada amigable.
Lo bueno es que esto tiene fácil solución.
Tú mismo puedes crear un espacio de juego seguro, incluso en tu casa:
- El triángulo Pikler -con o sin rampa- es una opción segura para estimular el movimiento en edades tempranas, a partir de que el peque empieza a desplazarse por sí mismo.
- La tabla curva es un material estimulante con mil posibilidades para niños y niñas.
- O incluso lo Stapelstein, que son también evolutivos y se transforman en cantidad de juegos según las necesidades del peque en cada momento.
Así evitarás agobios por tu parte y que el peque se sienta como un pulpo en un garaje, sin poder explorar en libertad.
El lenguaje no verbal y las emociones
El lenguaje postural nos da muchas pistas del estado anímico de una persona.
A nadie se nos escapa que la postura del cuerpo expresa —a veces sin que queramos— cómo nos sentimos. Cuando vemos a una persona encogida de hombros o echada para delante, percibimos que está triste o cansada.
El lenguaje no verbal es como un barómetro de las emociones. Sobre todo durante la infancia.
Porque ante la ausencia de reconocer y expresar lo que están viviendo, lo comunican a través del lenguaje no verbal y el movimiento.
Prestar atención a los pequeños detalles, por ejemplo a algo tan relevante como el modo en el que ocupamos el espacio, nos da buena cuenta de su estado de ánimo.
Imagina por un momento estas dos situaciones. ¿A qué no es lo mismo encontrar a tu peque:
- recogido en un rincón de su habitación hecho bolita que
- retumbado sobre la cama completamente estirado?
La percepción a primera vista es diferente y la emoción que le mueve, por supuesto, también lo es.
Las emociones detrás del juego de tu hijo
-
Destruir construcciones o derribar bloques:
Uno de los ejercicios por el que se suele empezar en los talleres de psicomotricidad —siguiendo la corriente de Aucouturier— consiste en atravesar una pared hecha de bloques que simboliza la ruptura con el mundo de los adultos.
Y es que, tirar los bloques responde a la necesidad de distinguirse del adulto.
Romper con esa figura que le impone tareas o le interrumpe con prisas durante sus experimentos y juegos. Y entre sus beneficios, está la reafirmación de la personalidad del pequeño.
- ¿Y al contrario? Qué simboliza ese placer por conservar creaciones. En este sentido, Aucouturier establece aquí un vínculo con el miedo a la pérdida o el abandono.
-
Juegos de lucha, perseguir y ser perseguido
¿Qué papel toma más tu peque últimamente? Porque lo que parece un juego inocente, puede ser un juego de roles.
- Convertirse en lobo y perseguir a sus compañeros es una manera de sacudirse los miedos. De quitar peso al temor a ser perseguido. Por tanto, simboliza fortaleza y capacidad de enfrentar situaciones, mientras que
- ser siempre el que corre para escapar es una vía para dejar fluir la presión o la angustia. Es un mecanismo inconsciente para reforzar su autopercepeción de poder escapar ante una situación que le atenaza.
-
Jugar a envolverse
Aunque aquí entramos en terrenos de la psique, los estudios dicen que los peques que buscan envolverse constantemente, bien sea con telas o pañuelos, están buceando en emociones no gestionadas en la primera crianza.
Es decir, sienten que algo no está resuelto en esas experiencias de bebé y las traen al presente de forma inconsciente mediante el juego.
-
Construir fuertes y cabañas para esconderse
Puede parecer una actividad que realizan todos los niños, porque es un juego divertido. Sin embargo, los peques que necesitan repetir una y otra vez este teatro del «yo me escondo, tú me encuentras» están trabajando el miedo por separación.
Te animamos a seguir leyendo: ¿Por qué crees que los niños necesitan construir sus refugios?
-
Luchas como juego simbólico
La luchas durante el juego no son negativas. Al contrario, ayudan al peque a canalizar la agresividad. Siempre y cuando no lleguemos a la violencia.
De este modo, el peque deja fluir lo que siente y tiene más recursos para gestionar las dificultades.
-
¿Sabías que subirse al sofá y hacer equilibrios le da seguridad?
A todos los niños les alucina trepar. Igual que subirse por las barandillas o jugar a saltar.
Además de ser una actividad placentera, desde su vivencia es un ejercicio liberador. Y al mismo tiempo, esa experiencia es esencial para poner a prueba sus habilidades.
Son procesos de autoreconocimiento de sus propias capacidades.
Cuando el peque consigue su objetivo el subidón es máximo y un chute para su autopercepción.
La clave nos la da Patricia: «El columpio con anillas es una maravilla. A mi hijo de 3 años le chifla cada día, juega un montón de rato e intenta conseguir diferentes retos y se siente muy orgulloso cuando lo consigue».
-
¿A tus hijos también parece que les han dado pila antes de dormir?
Y es que por muy cansados que estén, parece que tienen una vida extra, como en los videojuegos.
Pues bien, esto se debe precisamente a las emociones que siente que bien pueden ser que:
- Le cuesta terminar el día y decir adiós a papá o mamá porque le causa incertidumbre.
- Le bloquea la fase de vigilia del sueño, que es una transición del estado de conciencia, donde no se siente seguro.
- Es el propio cansancio el que le hace exprimir hasta la última gota de energía.
De ahí que las rutinas sean tan recomendables porque aportan tranquilidad a los peques gracias a la anticipación de lo que está por venir.
En definitiva, como padres tenemos la responsabilidad de buscar espacios o adaptarlos, para la exploración sensorial y el movimiento libre y creativo.
Ojalá que la próxima vez que tu peque se suba al sofá, estos aprendizajes te ayuden a entender que va más allá de una simple travesura.
¿Te ha gustado este tema? Desde Alupé nos parece fascinante profundizar en los porqués detrás de la conducta de la infancia.