La luz multiplica las posibilidades de juego y aprendizaje. Hablamos de la pedagogía Reggio Emilia.
Hace unos días escuchaba a un grupo de padres hablar sobre las pedagogías Montessori, Waldorf, Pikler… En realidad, no se referían a ellas por su nombre. Las definieron como «esas formas nuevas de educación» y me quedé pensando.
Tanto pensé que llegué hasta la época de Confucio. ¿Por qué? Por una de sus frases más célebres: «dime algo y lo olvidaré, enséñame algo y lo recordaré, hazme partícipe de algo y lo aprenderé».
Parece que no es tan nuevo esto de creer en la capacidad de los niños, y en que el asombro y el interés son sus mayores fuentes de conocimiento.
Si tu también lo crees, me gustaría presentarte a una aliada para los ratos de juego de tus hijos. Les asombrará, despertará su interés y les moverá a investigar. Esa aliada es la luz.
Algo tan sencillo como una fuente de luz crea el escenario propicio para que los niños centren su atención, pongan en alerta sus sentidos y aprendan por sí mismos.
¿Has oído hablar de la filisofía Reggio Emilia? Se basa en todo esto que estamos diciendo y utiliza la luz como un elemento crucial de aprendizaje.
Nació en el norte de Italia en 1994 de la mano de Loris Malaguzzi.
Impactado por la Segunda Guerra Mundial, Malaguzzi quiso replantear el modelo educativo imperante. Consideraba que ese método subestimaba a los niños, no les dejaba expresarse, ni experimentar, ni aprender por sí mismos. Les empobrecía.
Él creía en la curiosidad de los niños y en que ésta puede llevarles muy lejos, porque aviva sus capacidades y les permite construir su propio aprendizaje.
“Debemos estar convencidos de que los niños no son solo ostentadores de derechos, sino portadores de una cultura propia”.
Loris Malaguzzi
En la filosofía Reggio Emilia hay tres maestros:
- El niño como protagonista.
- El adulto como acompañante.
- El espacio como provocador de estímulos.
Lo hemos comentado muchas veces: tan importante es el juguete que elijas como el modo en que se lo presentes al niño. El ambiente importa.
Y la luz es capaz de generar un espacio ideal de juego y aprendizaje.
- Es un estímulo sensorial que llama poderosamente su atención y les anima a experimentar y sacar sus propias conclusiones.
- Les cautiva y multiplica su concentración en el juego. Si a tu hijo le cuesta centrarse, prueba con la luz.
- Les relaja por el ambiente tenue que se genera la habitación al jugar con una sola fuente de luz.
“Los niños tienen 100 maneras de expresarse, pero les robamos 99″.
Loris Malaguzzi
Sobre una mesa de luz, cualquier juego cobre otra dimensión.
- Las construcciones, sobre todo si tienen elementos traslúcidos.
- Los bloques sensoriales.
- Escribir con arena o con legumbres.
- Superponer colores con bloques traslúcidos.
- Hacer figuras con piezas imantadas.
- ….
Y una idea extra: pon un espejo junto a la mesa. Se multiplicará la luz y creará efectos fascinantes con las figuras.
Sólo debes tener precaución con un asunto: la calidad de la luz y su seguridad. No olvides que tu hijo va a mirar directamente a un foco de luz cercano. Asegúrate de que la mesa cumple todos los requisitos de seguridad.
En internet puedes encontrar muchos tutoriales si quieres hacer tú mismo una mesa de luz, pero no todos son seguros. Busca uno que te indique con garantías qué intensidad de luz debes utilizar y qué metacrilato elegir para que el filtro sea correcto.
Después, elige leds fijos, que no parpadeen y emitan luz blanca. Ni azul, ni amarillenta. Siempre luz fija y blanca.
La que ves en las fotografías es nuestra mesa de luz portatil. Nos gusta porque podemos ponerla sobre cualquier superficie y llevarla donde queramos.
Pero cuéntanos: ¿has probado a dejar que los niños jueguen con luz?
Les fascina, ¿verdad?
Un comentario en “El poder de la luz para educar en el asombro”