Parece que lo que no vemos en televisión no existe, pero los juguetes más valiosos nunca salen en los anuncios.
Hagamos una prueba. Ahora que comienza el bombardeo de anuncios de juguetes en televisión, vamos a contar cuántas veces vemos en pantalla algún muñeco de merchandising de Disney o Clan, y cuántas el arco iris Waldorf o la tabla curva.
Bueno, igual nos ahorramos la prueba, ¿no? Vete tú a saber cuántas veces saldrán Rider y Marshall. Lo que es prácticamente seguro es que no veremos ningún material Waldorf ni Montessori.
¿Por qué?
¿Es que los niños disfrutan más jugando con lo que se anuncia en televisión? No, eso no es cierto. Entonces, ¿quién tiene la culpa?
Hay varios ‘culpables’.
El primero es el que estás pensando: el dinero. Sólo las grandes industrias jugueteras tienen presupuesto para desarrollar campañas de marketing y publicidad a gran escala.
20 segundos de televisión puede costar hoy en día hasta 26.000 euros en una buena franja horaria
El segundo ‘culpable’ es la filosofía de los propios fabricantes. Los buenos juguetes, naturales y didácticos, se fabrican de forma artesanal.
Algunos tienen el proceso más mecanizado y otros menos, pero todos son empresas familiares que en ningún caso producen en serie. Iría en contra de su filosofía y el resultado final -el juguete- no sería igual.
Sin fabricación en serie no se puede alcanzar un volumen de producción suficiente para tratar de ser ‘el juguete de las Navidades’.
Y hay un tercer culpable: nosotros, los clientes.
Cuando vamos a comprar un juguete a un niño, buscamos un estímulo inmediato, sobre todo en Navidad. Queremos que nada más abrir el regalo, el niño tenga una reacción positiva.
No pensamos a largo plazo.
Está claro que los niños se encaprichan de lo que ven en televisión, especialmente del merchandising de sus personajes favoritos de ficción. Y, seguramente, la Navidad es el peor momento para negarles esos caprichos.
Pero, ¿por qué no atender ese deseo más comercial con un pijama, un estuche o una mochila, por ejemplo?
El juego es aprendizaje. Deberíamos mantenerlo al margen de las modas.
El caso es que los buenos juguetes, los mejores, nunca los vemos en televisión.
A lo mejor te estás preguntando qué queremos decir con eso de «buenos juguetes». Nos referimos a esos juegos que ayudan al niño a descubrir el mundo, que estimulan sus sentidos, que le obligan a imaginar…
Cuantas más cosas sea capaz de hacer un juguete, menos cosas tendrá que hacer el niño que lo tenga entre manos. ¿Te habías parado a pensarlo?
Por eso decimos que un simple palo es mejor juguete que un muñeco capaz de llorar, hablar y andar. Éste se lo da todo hecho. Juego cerrado. Ningún margen para la imaginación y el aprendizaje.
Nosotras siempre buscamos juguetes que no hagan prácticamente nada para que tengan que hacerlo nuestros hijos. Y esos no están en la televisión.
¿Tú qué opinas? ¿Cómo eliges los juguetes que compras?