Empatía, autonomía, creatividad… Hablamos de los beneficios de disfrazarse en la infancia.
¿Conoces a algún niño al que no le guste disfrazarse? Algunos necesitan más atrezzo y otros menos, pero a todos les gusta jugar a ser alguien que no son.
Y eso es fantástico. A veces, parece que los niños están programados para disfrutar haciendo exactamente lo que necesitan, ¿verdad?
Quizá nunca te hayas parado a pensar en cuánto le beneficia a tu hijo ponerse cualquier disfraz e interpretar un papel.
De entrada, al ocupar el rol de otra persona, se pone en su piel y aprende a mirar el mundo desde un punto de vista que no es el suyo. Hablamos de empatía. Algo muy difícil de inculcar a un niño sólo con palabras.
Facilita que pueda disfrazarse y estará dando grandes pasos para ser un adulto capaz de ponerse en el lugar de otra persona.
Pero hay más. Cuando un niño interpreta una escena o imita situaciones que ha visto en alguna parte, adquiere destrezas para la vida real.
Aprende a encarar problemas y a buscar soluciones. Son lecciones importantes para su vida adulta. Para empezar a ser autónomo cuanto antes.
Y, ¿qué me dices de las normas? También difíciles de inculcar, ¿verdad?
Cuando se disfrazan e interpretan una escena, asimilan de forma inconsciente esas normas que rigen las relaciones humanas. Van descubriendo cómo funciona el mundo. Sin que nadie les dé ninguna explicación.
Por supuesto, está el beneficio más evidente de disfrazarse: la imaginación y creatividad. Si quieres que tu hijo sea un adulto creativo, facilita que ‘entrene’ cuanto quiera.
Lo hará con cualquier disfraz, pero te propongo algo: dale piezas desestructuradas.
No necesita un disfraz de Frozen para imaginar que es una princesa. Tiene imaginación a raudales. Le bastará con una túnica o un trozo de tela.
Verás como enseguida imaginará tanto su personaje como el propio disfraz. Y, ¿sabes lo mejor? Esa misma tela que hoy es una capa de princesa, mañana puede ser unas alas de mariposa y pasado mañana un escudo de guerrera.
Basta un pequeño estímulo para activar su creatividad. Pueden servirle:
- Unas alas arco iris.
- Una túnica con capa.
- Una diadema de seda.
- Unos pañuelos de colores
La regla de oro para fomentar la creatividad es el «menos es más». Un retal puede ser todo lo que un niño necesita para crear su mundo de fantasía.
Ya hemos hablado de 4 beneficios y nos falta uno: las emociones.
Otro camino difícil de explorar, ¿verdad? Es complejo explicarle a un niño lo que es la alegría, la tristeza, el miedo… Y aún más que sepan interpretar lo que sienten y consigan expresarlo.
Pues los disfraces son un buen hilo conductor para que los niños liberen sus emociones.
A través de las historias que imaginen irán explorando sus emociones y, probablemente, manifestarán lo que sienten en sus personajes. Por eso es tan valioso no darles el juego y el disfraz cerrado.
¿Te habías parado a pensar en el papel que juegan los disfraces durante la infancia? Cuéntanos.