Olvídalo: la estética de la zona de juegos de tus hijos no es un asunto frívolo ni caprichoso, sino que incide directamente en su aprendizaje y su crecimiento personal.
Ni siquiera te imaginas cuál es el elemento que eliminaría de inmediato y para siempre de cualquier rincón de juegos.
Y fíjate: está en casi todas las casas. Es probable que también en la tuya.
Ese elemento es el baúl de los juguetes. O el cajón, el saco… Da igual el formato.
El caso es que se trata de un lugar en el que se almacena un número indeterminado de juguetes porque así resulta más rápido y cómodo mantener la habitación en orden.
¿En orden? ¿Seguro?
¿Esa idea de amontonar juguetes en un saco transmite a nuestros hijos lo que es el orden y el cuidado de los objetos que tienen valor para nosotros?
No sé si te habías parado a pensar en esto, pero te propongo que lleves ese concepto del saco de juguetes a tu vida de adulto:
Imagina tu par de zapatos preferido.
¿Lo tirarías en un saco de cualquier manera junto a otros 10 pares más? Seguramente no.
Ni tu par preferido, ni todos los demás.
Porque sabes lo que pagaste por ellos. Sabes que tienen valor para ti y que los tienes que conservar. Hace mucho que aprendiste que debemos cuidar nuestras cosas para que duren todo el tiempo posible. Y además tus zapatos te encantan.
Así que tienen su lugar en el zapatero o en su caja de cartón. Y si me apuras, puede que los guardes dentro de la funda de algodón que te regalaron al comprarlos.
Tú ya sabes que cada cosa tiene su lugar, aprecias el valor que tienen y que la única manera de conservarlas es poner cuidado.
Pero los niños aún lo tienen que aprender.
Y, como siempre, la mejor manera de que lo interioricen es jugando con materiales de valor que ellos aprecien, en un ambiente armónico, sin estridencias y ordenado, donde cada uno de sus juguetes tiene su lugar.
A veces vemos una fotografía de un rincón de juego precioso y lo catalogamos como una habitación ‘Pinterest’ con toda la carga de frivolidad que solemos darle a esa red social.
Vemos a un niño con un juguete precioso y consideramos que es un capricho de sus padres.
Y no es así.
La belleza y el orden son dos ejes fundamentales del ambiente preparado según la metodología Montessori.
Pensamos que como son niños no van a tener cuidado con un juguete de valor, que lo van a romper, que es tirar el dinero, que mejor uno de plástico malo que así no te da dolor de corazón… ¿Cierto?
Pero cuanto más confiamos en ellos, más perciben el valor de las cosas, más delicadeza, cuidado y mimo ponen al tratar ese material y al relacionarse y jugar con él.
Tú eres capaz de apreciar las cosas bellas. ¿Por qué crees que los niños no perciben lo mismo que tú?
El problema es entregarles un juguete sin ningún valor e indicarle que lo dejen todo recogido amontonado en un cesto.
Lo único que generan esos espacios es estrés. Todo lo contrario a lo que queremos provocar en nuestros hijos.
Unos consejos que te ayudarán a mantener un orden real que cale hondo en tus hijos y les ayude a ordenar su mente desde pequeños:
- Reducir al máximo los materiales que tienen a su alcance visual.
- Rotar los juguetes y dejar a mano sólo lo que estén utilizando en este momento.
- Crear un ambiente acogedor y estéticamente bonito.
- Evitar la sobre estimulación con colores chillones por todas partes.
- Elegir juguetes buenos, bellos y armónicos que dejen aflorar la delicadeza que todos los niños tienen dentro (aunque creas que no)
Puede parecer una idea bucólica, pero sólo se trata de simplificar, de inculcar un consumo responsable y crear escenarios estéticamente bonitos que inviten a un juego relajado y armonioso.
“Todo objeto tiene su lugar específico y todo objeto debe regresar al lugar que ocupa”, María Montessori.
Tenemos que ayudar a nuestros hijos a interiorizar esta idea:
Devolver cada cosa a su lugar después de jugar con ella, apreciar la belleza de los elementos más cotidianos, darles su valor y cuidarlos para que perduren.
Y aprender a apreciar la belleza va mucho más allá de la apariencia.
Significa orden interior, confianza, seguridad y construirse por dentro para su vida adulta.